domingo, 2 de diciembre de 2018

Innovación para las personas con discapacidad






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Por Nadin Medellín y Andrea Proaño. 
De acuerdo a la más reciente encuesta de hogares, casi 8 millones de mexicanos, equivalente a siete de cada cien, viven con discapacidad. El tipo de discapacidad que afecta a alrededor del 60% de esta población tiene que ver con limitaciones de movilidad. Las limitaciones para escuchar y para ver le siguen; el 32% de las personas con discapacidad tienen dificultad para ver, aun usando lentes, y el 16% para escuchar, a pesar de usar aparatos auditivos. 
El conjunto de preguntas sobre discapacidad en esta encuesta mexicana sigue las recomendaciones del Grupo de Washingtonpara identificar a la población con discapacidad en un lugar determinado. Si bien este conjunto no abarca la situación de discapacidad en su totalidad, permite identificar a la mayoría de los casos, enfocándose no en deficiencias físicas o mentales –por ejemplo, la ausencia de alguna extremidad o padecer Alzheimer— sino en dificultades para realizar algunas actividades. Éstas incluyen, además de caminar, moverse, subir o bajar, ver (aun con lentes) y escuchar (aun con aparatos auditivos), vestirse, bañarse, comer y aprender cosas sencillas. En el caso de México, la encuesta también busca identificar si las personas tienen “limitaciones mentales”.
En América Latina y el Caribe, 21 países han implementado cuestionarios con base en la guía de preguntas del Grupo de Washington. Este es un paso importante, pues permite aprovechar la información de censos y encuestas para comprender el estado de la discapacidad en la región y forjar soluciones innovadoras, eficientes y de calidad como respuesta. Una nueva publicación del Banco Interamericano de Desarrollo, Innovaciones que no sabías que eran de América Latina y el Caribe,explora, precisamente, iniciativas así, desde prótesis 3D hasta ‘apps’ para facilitar la comunicación entre personas con discapacidad auditiva. (Descarga la publicación aquí).
Sin acceso a la salud no resolvemos nada
Con ese abordaje de la discapacidad, es claro que el acceso a aparatos y apoyos tecnológicos tiene el potencial de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad, facilitando la realización de actividades básicas. Quizás sea la carencia de acceso, precisamente, uno de los factores que contribuye a que la discapacidad sea mayor entre la población con menores ingresos, que además es la que tiene acceso más limitado a servicios de salud públicos de calidad. De hecho, en México, la incidencia de la discapacidad en las personas que viven en situación de pobreza extrema es casi el doble que la de la población no pobre ni vulnerable (9% vs. 5%). Y globalmente, la discapacidad es más prevalente en los países en desarrollo.
Además de la falta de acceso a apoyos tecnológicos y atención médica capacitada, el contexto que rodea a las personas con discapacidad es importante. La definición más completa y aceptada de la discapacidad, elaborada por la Organización Mundial de la Salud, explica que la discapacidad resulta de la interacción dinámica entre deficiencias corporales y funcionales, limitaciones para realizar actividades y barreras a la participación (lee más aquí). El cuestionario corto del Grupo de Washington es congruente con la definición, pero no alcanza a explorar la participación de la población con discapacidad en las tareas principales de la vida, incluyendo educación, trabajo, vida social y cívica.
Algunas personas con discapacidad tienen destacadísimas carreras profesionales, deportivas, artísticas o políticas. El astrofísico Stephen Hawking es una de ellas. Aunque gran parte de su éxito ha dependido de su talento, no habría sido posible en absoluto sin acceso a servicios de salud de calidad y a la innovación, que produjo su tan distintivo sintetizador del habla, con el que no solo se comunica, sino que se ha vuelto parte de su identidad. Es gracias a estos componentes, así como a un equipo profesional de asistentes personales y a un sistema de adaptaciones a su vivienda y a su trabajo, que Hawking se ha convertido en leyenda viva. “Pero soy consciente de que he tenido mucha suerte”, dice él mismo en el prólogo del Informe Mundial de la Discapacidad.
¿Cómo es la vida de millones de personas con discapacidad que hoy no tienen esas oportunidades a causa de la pobreza, la inequidad, o la carencia de servicios adecuados de salud?
Para que la discapacidad no sea una limitación para el desarrollo de las capacidades ni un factor de exclusión social, es vital:
  • Implementar políticas públicas que acerquen los servicios básicos de salud a las personas con discapacidad
  • Promover contextos favorables e inclusivos
En México, los adultos jóvenes de 25 a 40 años con discapacidad acumulan menos años de educación y tienen menor participación en el trabajo que sus pares sin discapacidad, lo cual, en parte, se debe a la falta de oportunidad. En promedio, los adultos jóvenes con discapacidad tienen 7,4 años de escolaridad. En comparación, el promedio para este grupo etario es de 10,4 años. Además, mientras el 77% de los adultos jóvenes trabajan, únicamente el 70% de los adultos jóvenes con discapacidad participan en el mercado laboral mexicano, cifra que se reduce al 57% entre aquellos con discapacidad intelectual o problemas de aprendizaje.
Contar a las personas con discapacidad es apenas un primer paso para entender la compleja y diversa situación de quienes viven —o sobreviven, en el caso de los menos afortunados— con ella. A pesar de las limitaciones técnicas para estudiar a las personas con discapacidad, incluir este tipo de preguntas en encuestas de hogares permitiría analizar mejor la situación socioeconómica de las personas con discapacidad y de sus familias. Con esta valiosa información en mano, se puede responder con las políticas públicas necesarias para que las personas con discapacidad no dependan de la suerte para participar de la sociedad como todos los demás. Soluciones creativas e innovadoras para asegurar el acceso a la salud y proveer tecnologías que mejoren la vida de las personas con discapacidad, es garantizar sus derechos en plenitud y cumplir con nuestra responsabilidad de inclusión.
¿Qué soluciones innovadoras conoces que han mejorado la vida de las personas con discapacidad? ¿Cómo es el acceso a salud para esta población en tu país? Cuéntanos en la sección de comentarios o mencionando a @BIDgente en Twitter.
Nadin Medellín es Consultora en el área de protección social en la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.
Andrea Proaño Calderón es consultora en comunicaciones para la División de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo.

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