miércoles, 1 de febrero de 2012

Diseñan una biomáscara de alta tecnología para regenerar rostros quemados




No es exactamente un secreto que los hospitales militares están a la vanguardia de la medicina. Después de todo el tratamiento de las espantosas heridas sufridas por los soldados en la Primera Guerra Mundial terminó dando pie a la cirugía plástica tal y como la conocemos, pero la idea a la que han llegado ingenieros de la Universidad de Texas en Arlington, investigadores de la Universidad de Northwestern y expertos en medicina del ejército de los Estados Unidos va dirigida precisamente a acabar con las complicadas operaciones de cirugía reconstructiva a las que se han de someter los heridos por quemaduras en el rostro. O como mínimo, a reducirlas de forma muy significativa.

Su invención, bautizada con el nombre de Biomask, es un complejo dispositivo que busca que el rostro de los pacientes sane por sí mismo, sin necesidad de realizar injertos de piel que pueden terminar presentando complicaciones. Esta máscara posee dos capas: una exterior de construcción rígida diseñada para proteger al herido y alojar los sistemas electrónicos, y una interior flexible que es donde se realiza el trabajo duro.

Su superficie de polímero flexible permite adaptarse al rostro del paciente para aplicar una compleja terapia de presión negativa que no sólo permite mantener las heridas en constante sanación durante meses, sino además limpias y a salvo de peligrosas infecciones. Una serie de actuadores se encargan de regular la presión en todo momento para que la máscara esté bien pegada a la cara, mientras que una red de microtubos irriga los tejidos con anestésicos, antibióticos y/o células madre para acelerar el crecimiento de forma general o específica. Adicionalmente, la Biomask no sólo permitiría mejorar el tratamiento de graves quemaduras en el rostro, sino que además transmite información en tiempo real a los médicos para que puedan conocer el progreso del paciente sin necesidad de retirar la máscara e interrumpir el tratamiento.

Según sus inventores, la Biomask debería ser una realidad en 2017, que es la fecha en la que tienen previsto mover los tanques de bacta al sótano.


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