jueves, 8 de diciembre de 2011

Los cuidados maternos tienen un efecto permanente en el cerebro


Una investigación constata que la atención recibida al nacer marca la química neuronal y los comportamientos en la edad adulta


Los cuidados maternales influyen en el desarrollo del cerebro de los descendientes pero, ¿de qué manera? Científicos del Instituto Max Planck de Investigación Médica de Alemania han demostrado que la atención materna puede potenciar, en el cerebro de crías de ratón, los efectos de un neurotransmisor implicado en procesos fisiológicos y del comportamiento. Como resultado, crías bien atendidas durante las primeras semanas de vida, resultaron ser menos ansiosas y seguras que crías que no recibieron atención materna intensiva. Los cambios cerebrales propiciados por el cuidado de las madres fueron permanentes. Por Yaiza Martínez.


Foto: losiek. Fuente: Flickr.com.
Foto: losiek. Fuente: Flickr.com.
Los cuidados maternales influyen en el desarrollo del cerebro de los descendientes pero, ¿de qué manera? Científicos del Instituto Max Planck de Investigación Médica de Alemania han conseguido constatar que la atención materna provoca, en los cerebros de crías de ratón, un mecanismo químico específico, y que este mecanismo afectaría al cerebro incluso en la edad adulta. 

Según publica el Instituto Max Planck en un comunicado, la clave de este proceso está en un neurotransmisor concreto: el llamado neuropéptido Y (NPY)

Este neurotransmisor ha sido asociado a varios procesos fisiológicos cerebrales, como la memoria o el aprendizaje. Además, El NPY, que es la hormona peptídica más abundante del sistema nervioso central, está implicado en otros procesos, como la gestión del estrés, el desarrollo del comportamiento ansioso o la regulación del peso corporal. 

Por tanto, este neuropéptido juega un importante papel en una serie de enfermedades mentales, como el trastorno por estrés postraumático (TEPT) o el trastorno de ansiedad

Efecto cerebral perdurable 

En el cerebro, el NPY se une a diferentes puntos de las neuronas conocidos como “receptores NPY”. Estas uniones activan cascadas de señales relacionadas con el control de diversas funciones físicas. 

Pero el efecto del NPY en el cerebro de crías de ratón no es siempre el mismo: en un experimento realizado con ratones por el grupo de Rolf Sprengel del Instituto Max Planck, los científicos demostraron que dicho efecto depende de cómo las crías hayan sido atendidas por sus madres en las primeras tres semanas de vida. 

Los investigadores constataron, más concretamente, que los cuidados maternos influyen en la formación de receptores NPY en el sistema límbico, que está constituido por varias estructuras cerebrales y que gestiona respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales. 

El sistema límbico está relacionado con la memoria, la atención, los instintos sexuales, las emociones (por ejemplo placer, miedo, agresividad), la personalidad y la conducta. 

A nivel del comportamiento, los ratones que habían recibido pocos cuidados de sus madres al inicio de sus vidas resultaron ser adultos más ansiosos y delgados que otros ratones que sí que habían recibido una atención materna intensiva al nacer y durante sus primeras semanas de existencia. 

Según explica el propio Rolf Sprengel: “Fuimos capaces de demostrar que los cuidados maternos aumentan la expresión del receptor del neuropéptido NPY en el sistema límbico de los animales jóvenes. Este mecanismo asegura su desarrollo saludable a largo plazo”. 

Impacto sostenido 

Los efectos positivos del cuidado y de las atenciones maternas fueron evidenciados por el hecho de que las crías de ratón estudiadas ganaron peso más rápidamente y mostraron mayor valor en experimentos posteriores sobre su comportamiento, que los roedores que habían recibido menos calor y atenciones después de nacer.

Ratones del experimento. Fuente: Instituto Max Planck.
Ratones del experimento. Fuente: Instituto Max Planck.
Para el estudio, los científicos utilizaron ratones recién nacidos a los que se les habían desactivados los receptores neuronales del NPY de manera selectiva. Estos ratones fueron criados por madres que presentaban distintos comportamientos hacia las crías. 

Uno de los grupos de madres pertenecía a una variedad que cuida de manera ejemplar a sus descendientes. 

Estas hembras pasan mucho tiempo con sus crías, las alimentan con frecuencia y, además, les proporcionan un contacto físico intensivo. 

En el sistema límbico de los ratones que crecieron con estas madres, se formaron nuevos receptores neuronales para el NPY. Otro grupo de hembras fue programado para darle menos atención a las crías. En este caso, el número de receptores neuronales para el NPY en los jóvenes ratones no se incrementó, señalan los investigadores. 

Este hallazgo ayuda a comprender mejor cómo las experiencias vividas al nacer pueden afectar a cualquier organismo posteriormente, en su edad adulta. Según Sprengel: “Los resultados de este estudio demuestran cómo el cuidado maternal y la atención tienen un impacto sostenido en la química del sistema límbico”. En consecuencia, el comportamiento maternal puede influir en las emociones y en la constitución física de los descendientes para siempre. 

Otros estudios 

Los resultados obtenidos por los científicos alemanes son coherentes con los obtenidos en otros estudios anteriores. 

Por ejemplo, en 2009, científicos de la Universidad Ryerson de Canadá demostraron que, en el caso de los humanos, el vínculo madre-bebé afecta al desarrollo del cerebro de los niños. 

La investigación reveló, en concreto, que la ausencia o la debilidad del vínculo madre-hijo en los primeros meses de vida de los pequeños está relacionada con la ansiedad, la depresión, la agresividad y la hostilidad de los descendientes, en otras épocas de sus vidas. 

Por otro lado, este estudio constató que la calidad del vínculo madre-hijo afecta al llamado Eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (Eje HHA), un sistema que regula las reacciones ante situaciones de estrés, incluida la segregación de cortisona (hormona del estrés). 

Otra investigación, realizada en 2010 por científicos de la Yale University School of Medicine de Estados Unidos, demostró que el destete y la separación precoces de la madre (por tanto, la ausencia de desarrollo del lazo madre-hijo) propician la hiperactividad y la ansiedad a largo plazo, en el caso de crías de ratones.

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