A cuántos no nos pasó alguna vez que tuvimos reparar algún jarrón que le rompimos a nuestra madre y rápido, o que usamos -con pobre habilidad- alguno de estos pegamentos instantáneos y acabamos con los dedos adheridos, pero uno igual se sentía importante al ser lo suficientemente grande como para dejar atrás la “cola fría” y poder al fin pegar de verdad con “la gotita”.
Pero este producto tiene una historia de aquellas poco convencionales y que tanto nos gusta contarles semana a semana; una historia que nació por accidente, con otra finalidad y que entre sus aplicaciones más curiosas destaca el “pegado” de soldados de guerra. Ya les explicamos, pero vamos por parte:
Pegajosos fracasos
Corría el año 1942, mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, y el doctor estadounidense Harry Coover junto con Fred Joyner trabajaban en los laboratorios de Kodak en búsqueda de un material transparente adecuado para las miras plásticas de los fusiles. Así Coover creó elcianoacrilato de metilo, pero era casi imposible emplearlo porque era demasiado pegajoso y se adhería a todo. La humedad hace que los químicos se polimericen y dado que prácticamente todos los objetos poseen una fina capa de humedad, el pegado se produce en cualquier momento.
Su sustancia fue un fracaso y cesó en su intento y olvido el producto por un buen tiempo. Nueve años después y tras haber sido trasladado a la planta química de Kodak en Tennessee, se volvió a topar con los cianoacrilatosmonómeros. Supervisaba el trabajo en un diseño experimental de polímeros resistentes al calor para toldos de aviones. Nuevamente parecía ser un dolor de cabeza el material, pero Coover al fin notó que había algo interesante en el mismo.
Se dio cuenta que estos adhesivos tenían propiedades únicas en el sentido de que no necesitaban calor o presión para pegarse y que la unión era inmediata y extremadamente resistente. Hicieron pruebas de laboratorio con distintos objetos y todos los que utilizaron quedaban unidos de manera permanente.
Ahora, consciente de que se trataba de algo importante, patentó el producto como “Alcohol-Catalyzed Cyanoacrylate Adhesive Compositions/Superglue” y comenzó a afinarlo para iniciar su comercialización. Kodak comenzó a producirlo bajo el nombre “Eastman 910” y lo lanzó al mercado en 1958, 16 años después de su descubrimiento inicial.
Masificación y derivación médica
Rápidamente el pegamento se hizo popular y comenzó a ser conocido como “Super Glue” (“super pegamento”) y Coover saltó a la fama, siendo invitado a programas de televisión para demostrar la fuerza de su adhesivo instantáneo usando apenas una sola gota.
Más adelante, durante la Guerra de Vietnam, los cianoacrilatos fueron utilizados para el tratamiento de las heridas que presentaban los soldados. Los cirujanos en terreno comenzaron a implementar la sustancia rociándola sobre heridas abiertas, consiguiendo frenar de inmediato el sangramiento y facilitando su traslado de los pacientes a instalaciones médicas para ser tratados de manera adecuada.
Posteriormente obtuvo la aprobación por parte de la FDA para darle ciertos usos médicos, como volver a unir venas y arterias en operaciones, sellar úlceras sangrantes, detener el sangramiento incontrolable de algunos órganos blandos o el uso durante cirugías dentales.
Durante los ’60, Kodak vendió cianocrilato a Loctite (filial de Henkel), que comenzó a distribuirlo bajo un nuevo nombre (“Quick Set 404”) y en 1971 la compañía desarrolló su propia línea del pegamento y la bautizó como Super Bonder que también adquirió pronta popularidad.
Otra particularidad del pegamento es que en todas partes se le conoce con distintos nombres. Por ejemplo, en países como Argentina, Bolivia, Chile y Uruguay se comercializa como “La gotita” (en referencia a que basta una gota para pegar cualquier cosa); en Colombia y Venezuela se le llama “Pega loca”; en México es “Kola loka”; y en Ecuador se le llama “La brujita”.
Coover alcanzó a recibir la Medalla Nacional de la Tecnología y la Innovación en 2010, poco antes de morir el 26 de marzo del 2011.
Llámese como se llame, seguro que todos tuvimos “problemas” con su eficacia a la hora de pegar. Sean libres de compartir sus historias de frustración por falta de motricidad al manipularlo o de alegrías por zafar de algún castigo luego de romper algo importante.
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