Si hay algo que me gusta de esta sección, es la posibilidad de brindarle un reconocimiento a aquellos avances tecnológicos que están tan arraigados en nuestro diario vivir que nos olvidamos que están ahí hasta que un día no contamos con ellos y nos damos cuenta de cuánto nos hacen falta. Similar a como tendemos a hacer con los amigos o seres queridos en general. Bueno, por lo mismo decidí cambiar el tema que iba a contarles en un principio y quise rendirle sus honores correspondientes al aire acondicionado.
Sin el afán de sacarles pica, aclaro que no me acordé de este avance tecnológico porque se haya echado a perder en las oficinas de Betazeta, sino porque les escribo desde mi sufrimiento en Cancún, donde la temperatura mínima es de 23° Celsius y la humedad relativa se niega a bajar del 95%. Jeje…
Dejo de lado entonces mi bebestible (siempre sin alcohol, claro), para meternos en la historia de cómo se gestó esta maravilla para refrigerar o temperar artificialmente el aire de nuestros espacios interiores.
Los primeros indicios de métodos para reducir el calor se remonta a la antigüedad, cuando los faraones egipcios encomendaban a sus esclavos a trasladar durante las noches las piedras de más de mil toneladas de sus moradas para que se enfriaran en el extremo clima del Sahara. Los más de tres mil hombres ubicaban las rocas de vuelta en el palacio antes del amanecer y así el faraón gozaba de temperaturas agradables, mientras en el exterior se elevaba a casi el doble.
Pero no fue sino hasta 1842, que un tal William Thompson -científico británico, más conocido como Lord Kelvin- creó un circuito frigorífico hermético basado en la absorción del calor mediante un gas refrigerante, ideando así el concepto del acondicionamiento del aire.
Willis Carrier en 1915. (cc) Wikimedia
Willis Carrier en 1915. (cc) Wikimedia
Un problema de imprenta
Pero el desarrollo se vino a producir recién a inicios del Siglo XX. Un señor dueño de una imprenta en Nueva York tenía que lidiar en su taller con los fueres cambios de temperatura y humedad durante el proceso de impresión. Estas alteraciones influían levemente en las dimensiones del papel, impidiendo alinear las tintas y saboteando cualquier impresión a color.
Entonces, Willis Haviland Carrier se acababa de graduar de la Universidad de Cornell y trabajando en Buffalo Forge comenzó a investigar cómo solucionar la alta humidificación del aire enfriado. Así, en 1902 diseñó una máquina que controlaba la temperatura y la humedad a través de tubos enfriados, convirtiéndose en el primer aparato de climatización de la historia.
El “Aparato para Tratar el Aire” fue patentado en 1906 y aquel señor de la imprenta fue feliz porque no tuvo más inconvenientes con el ambiente para poder realizar su trabajo.
Pero erróneamente, el término “aire acondicionado” se asocia más que nada al enfriamiento de un espacio cerrado, cuando en realidad el concepto es bastante más amplio. Es la regulación de la temperatura en general (tanto refrigeración como calefacción), pero también del nivel de humedad, la renovación del aire y su limpieza.
También para acondicionar fibras
De hecho, ya antes el ingeniero Stuart H. Cramer había patentado un dispositivo para enviar vapor de agua en las industrias textiles para acondicionar el hilo, porque la ausencia de humedad generaba un exceso de electricidad estática y las fibras de algodón se deshilachaban, dificultando el tejerlas. Por ello, con la irrupción del invento de Carrier, este rubro comenzó a volcarse a su uso solucionando por completo este otro problema.
En 1907, el éxito del producto de Carrier cruzó las fronteras y concretó su primera venta al extranjero; a una fábrica de seda en Yokohama, Japón. Y de ahí el crecimiento fue exponencial. Luego, en 1911, decidió compartir su Fórmula Racional Psicométrica Básica con la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos, convirtiéndose hasta el día de hoy en la base para todos los cálculos fundamentales en la industria del aire acondicionado. Y quizás su apellido algo lo asocian con una de las principales marcas del rubro, ¿no?
En 1915, Carrier y seis amigos ingenieros formaron la Compañía de Ingeniería Carrier (conocida mundialmente como Carrier), para el desarrollo e innovación de su único producto. Y por esa época el negocio apuntó específicamente al control de temperatura y humedad en la producción industrial. Se sumaron empresas tabacaleras, de películas, de carne procesada, de cápsulas medicinales, etc. Muchos productos tuvieron mejoras ostensibles con la introducción del aire acondicionado en sus plantas.
La Máquina de Refrigeración Centrífuga de Willis Carrier.
La Máquina de Refrigeración Centrífuga de Willis Carrier.
El foco en las personas
Años más tarde, en 1921, Carrier patentó la Máquina de Refrigeración Centrífuga, que fue el primer sistema para acondicionar el aire en espacios amplios. Si las anteriores máquinas funcionaban con pistones que bombeaban a través del circuito refrigerante, acá implementó un compresor centrífugo que hizo las máquinas más seguras y eficientes.
Tuvo su debut en 1924 en la tienda por departamentos Hudson, en Detroit, donde la ventilación de su popular venta de sótano tenía el inconveniente de que los asistentes acababan mareados por la pésima ventilación. Nuevamente fue un éxito.
Pasó a implementarse al año siguiente en cines y miles agradecían ya no acabar asfixiados al ver algún estreno. Luego fue el turno de hospitales, oficinas, aeropuertos y hoteles.
Finalmente, el uso doméstico
Recién en 1928 Carrier vino a desarrollar el primer equipo de aire acondicionado para casa y departamentos, pero su masificación quedó interrumpida por la crisis económica de la Gran Depresión. Las ventas de los aparatos para uso doméstico quedó aplazada hasta después de la Segunda Guerra Mundial, pero el resultado fue el mismo: gente feliz por poder combatir los distintos climas en espacios cerrados, ahora nada más ni nada menos que en sus propias residencias.
Así, es como hoy no sería nada injusto reconocer que la aparición de este concepto no sólo hace más agradable nuestro día a día en los hogares o puestos de trabajo, sino que antes ya había comenzado a revolucionar la industria.
Yo ahora los dejo, que el hielo de mi refresco comienza a derretirse…
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